Del 30 de agosto hasta el 3 de septiembre de 2019
En esta ocasión, antes de emprender el viaje, y hasta última hora, las dificultades se sucedían de forma tenaz, surgían dudas…hasta que recibí un mensaje de Cándida: “¿me voy contigo?”… ¡Genial! ¡Nos vamos! Las trabas continuaron sin cesar, pero en mi interior surgía una oración serena y firme: “Señor, si es tu voluntad, iré”
Y así fue, el jueves, 29 de agosto, a las 8 de la tarde, salíamos hacia Madrid: durante el camino rezamos, conversamos, la relación de amor recíproco fluía entre nosotras, me sentía bienaventurada.
Graciela nos esperaría, hasta más de las 12 de la noche, también su marido, con sus inmensas sonrisas.
Al día siguiente, nos encontramos con otros participantes: Ángel y Josefina, de Murcia, Manolo y Pepita de Almedralejo, con su hija Anabel y su nieto Daniel y otras personas de la Ciudadela, Voluntarios, Focolarinos… Todos nos brindaron una acogida magnífica, entrañable, franca. El amor recíproco se percibía en muchos detalles: el desayuno preparado cuando llegamos al comedor, los saludos, sonrisas, bienvenidas sinceras. Juan Ignacio no tardó en aparecer: “aquí no se trabaja con agobio, cada uno lo que pueda” “¿Qué prefieres hacer?”
Tenemos un momento de reflexión, y rápidamente: ¡a trabajar!, nos pusimos a la tarea con ilusión, me sentía privilegiada por poder poner un pequeño granito de arena allí. Durante el resto de jornadas, continuamos con el trabajo: fregar muebles y suelos, hacer camas, limpiar baños…“¿y si Jesús fuese a dormir en esta cama o sentarse en esta silla?” Todos hacíamos nuestras tareas con amor. La presencia de Jesús Eucaristía en la capillita del Centro, tan cerca, Luminosa…rezamos juntas, les encomendamos nuestros familiares y amigos de nuestras Comunidades, también el encuentro de Emaús y Jesús Moran con el Papa el domingo día 1 de septiembre.
Cada día, al finalizar, nos duelen hasta las pestañas, pero estamos felices. Se suceden momentos muy bonitos entre nosotras, confidencias, propósitos, Cándida me escucha y aconseja… también con los demás “trabajadores”, con Jesús y Josefina coincidimos poco tiempo, pues se marcharon el viernes después de comer, pero fue formidable haber tenido la oportunidad de conocerlos un poco más.
Sole y Fausti han sido nuestros custodios, nos llevaron a misa, nos invitaron en su casa, salimos de cena…con frecuencia nos acompañaron otras personas de la Ciudadela. La convivencia con todos ellos fue lo más bonito para mí. Observo cómo se tratan, su complicidad, sus miradas, su paciencia, su alegría, constato que son seres humanos, con sus fortalezas y debilidades, pero siempre dispuestas para el servicio, con rapidez, sin dobleces.
El sábado hubo una reunión de focolarinas, de toda España. Su luz iluminó el Centro su alegría era contagiosa y atrayente, un estruendo de amor. Más saludos, abrazos, nos acogieron con jovialidad, comimos con ellas, de su comportamiento se desprendía naturalidad y amor. Dori, estuvo un rato hablando con nosotras: “¡nos veremos pronto!” Hicimos un consenserit con todas ellas, en la capilla, otra vez por el encuentro de Emaús y Jesús Moran con el Papa. Fue un momento muy especial.
Y llegó el martes, día 3. Todos los que estaban por allí vinieron a despedirnos, algunos desde sus casas. Nos invitaron a volver y ese es mi propósito: “Estoy disponible”
El camino de regreso transcurrió agradablemente, seguimos conversando, rezando, muy contentas: hasta me apetecía ponerme a limpiar este pisito en el que vivo, me parece pequeño, después de fregar varias decenas de sillas ¿qué son las tres de mi cocina?
Para las dos ha sido una experiencia muy positiva de Jesús en Medio entre nosotras y con los demás. He vuelto satisfecha, mi confianza en Dios es cada vez mayor, estoy a su disposición; abrazada a Jesús Abandonado, con María, hacia Jesús en cada persona. Le pido al Espíritu Santo que ilumine mí camino: SOY MUY FELIZ Y DOY GRACIAS, INMENSAS GRACIAS!!