Una experiencia de vida y estudio
«Historias de vinos[…]: sin Sophia hubiera sido diverso. Aquí está el vino. No malinterpretarme, no quiero decir que los titulados en Cultura de la Unidad no tengan en la mano otra cosa que una botella. Quiero decir que la calidad del vino depende de la viña y de la vendimia, la transformación de la uva en aquel néctar que todos conocemos»[1]. Con estas simbólicas palabras un compañero de estudios ha expresado lo que es Sophia de un modo muy particular que a mi parecer es muy acertado. Es una experiencia que cambia, transforma al estudiante, hay un antes y un después del máster. Realiza integralmente a la persona en sus aspectos intelectual, personal y relacional, capacitándole en habilidades profesionales para el diálogo, sea a nivel personal, sea a nivel profesional en modo interdisciplinar y transdisciplinar, en modo único y novedoso.
El día a día es intenso, rozando la extenuación: clases hasta la tarde, periodos de estudio y encuentros de formación extra-académica. Suma además las horas dedicadas a ‘hacer vida’: la particularidad de Sophia radica en la dinámica de vida y estudio. Lo que se estudia hay que vivirlo entre los compañeros, y lo que se vive se estudia y profundiza en el estudio. La característica de ésta vida que más me ha impresionado han sido las relaciones que se pueden construir entre todos los integrantes: estudiantes, profesores y personal de la universidad. Todos en un clima de recíproca acogida, comprensión y atención. Nunca olvidaré cuando el mismo rector me recibió en su despacho para animarme después de escucharme con mucha atención preocupándose por las dificultades que me surgían en materias filosófica-teológicas en un profesional informático como yo. Tampoco se me olvidará nunca cuando tuvimos que superar nuestro cansancio después de una semana de exámenes para animar a un compañero que ya había suspendido tres exámenes e iba camino del cuarto, participando en su examen, previa aceptación del docente, innovando un examen a tres, y acompañarlo en el estudio hasta altas horas de la noche para el examen del día siguiente. Al final consiguió superarlo, y desde entonces aprobó todos los restantes.
Me doy cuenta que: estudiar a los grandes pensadores de nuestra historia a través de las lecciones de filosofía, conocer lo ‘poco’ que se sabe del misterio del Dios Uno-Trino cristiano a través de la teología, ahondar el importante rol de la política y la economía para nuestra sociedad, profundizar la conexión entre las ciencias y las humanidades, y así podría continuar, no serviría de nada, si todas y cada una de las distintas disciplinas del máster no se estudian teniendo como centro y horizonte a la persona y su capacidad de darse a los demás como acto gratuito de amor. A partir de ésta premisa básica, he aprendido que la persona está llamada a reconocerse y donarse de mil modos distintos a la sociedad, cada uno en la disciplina donde mejor se desarrolle profesionalmente, como servicio en modo auténtico y eficaz para poner su ‘granito de arena’ en la construcción de un mundo más unido.
Han pasado dos años desde que acabé los estudios en Loppiano, ciudadela internacional del Movimiento de los Focolares. He conocido más de un centenar de personas, de al menos 40 países de los 5 continentes. Construido amistades que mejor podría calificar de hermanos que amigos.
Y ahora, después de una increíble experiencia me encuentro en situación de búsqueda de empleo, un periodo duro con grandes interrogantes sin resolver. Se podría pensar que he bajado de una nube, pero no es cierto. Más bien acaba una etapa para empezar otra, «abandonar» una etapa para «renacer» en otra, como 2000 años atrás nos enseñó el único Maestro desde la cátedra por excelencia: toda circunstancia, incluido dolorosa, tiene un diseño de Amor.
Alberto Sánchez
[1] Tommaso Bertolasi en el Portal de Comunicación de los Estudiantes de Sophia: http://www.pupilla-sophia.org/index.php?option=com_content&view=article&id=106:storie-di-vini-postumi-dunesperienza&catid=65:postumi&Itemid=90