Mi experiencia empieza desde el mismo momento en el que nos subimos al coche, ya que aunque de vista y en otras situaciones solo conocía a tres personas y además iban dos chicas más que eran y son encantadoras. El viaje iba bien, hasta que el coche nos dejó tirados y ese es el momento en el que comenzó la aventura antes de lo que nos esperábamos. Tanto el señor de la grúa como el chico que nos llevó en taxi hasta la estación de Chamartín fueron súper simpáticos y agradables y esto hizo que nosotros nos tranquilizáramos un poco más.
Cuando llegamos a la estación de tren de Cercedilla, nos esperaba un duro camino cargados de maletas y mochilas, y digo duro por que las cuestas eran bastante largas y difíciles de subir, pero lo conseguimos y llegamos al sitio del campamento en el que nos esperaban con agua fresquita.
Después de este primer momento de encuentro y reparto de habitaciones, fuimos a instalarnos en lo que por unos días sería nuestra casa. La primera impresión de las cabañas no fue muy buena, pero junto con las chicas de la habitación decidimos que teníamos que darle nuestro toque y así hacer la cabaña un poco más acogedora.
Una vez instalados los treinta chicos y chicas de 10 a 15 años de toda España y los diez monitores, bajamos al punto de encuentro y empezamos el programa que trataba de diferentes puntos del deporte. A lo largo del campamento vimos la alegría, el autocontrol, la valentía y sacrificio.
El primer día como llegamos ya por la tarde, vimos uno de los puntos, y se contaron dos experiencias, el momento de comida o cena fue toda una experiencia por parte de nosotros los monitores y de los niños. De los niños porque tanto en la comida como en la cena había muchísima cantidad de verdura y hacían un gran esfuerzo por comérsela. Y de los monitores por que como era catering, nos encargábamos de que estuviese preparada y luego de ir repartiendo a cada uno, y aún sabiendo que tenían que comer intentábamos que las cantidades estuviesen acorde con lo mínimo que tenían que comer y sabiendo que estaban haciendo un esfuerzo por comérselo.
Esta primera noche hicimos un juego muy chulo, en el que los monitores nos teníamos que esconder y hacer diferentes sonidos que se mezclaran con los propios del lugar, y por equipos nos tenían que encontrar y cuando nos encontraban teníamos que darles la palabra que nos había tocado para que cuando nos hubiesen encontrado a todos pudieran hacer una frase y con esto terminamos el primer día.
El segundo día después de desayunar, tuvo lugar la primera excursión, a la que yo no fui, porque me quedé ayudando a María Jesús a preparar los diplomas que se les entregaron el último día y recogimos la comida cuando llegó. Después de esto nos fuimos a la piscina donde tuvimos un rato de comunión de alma entre las dos, lo que hizo luego más fácil también la convivencia puesto que yo fui sin conocer a casi nadie. Después nos fuimos a comer nosotras para que cuando llegaran de la excursión todos pudieran comer, incluidos los monitores, puesto que fue una excursión de cuatro horas y bastante cansada.
Por la noche tuvimos un momento de oración en una cabaña que era una capilla, bastante chula y acogedora, en la que llamaba especialmente la atención que había que descalzarse y sentarse en cojines. Fue un momento de meditación bastante chulo.
Al día siguiente hubo excursión también, más corta pero también intensa. A la vuelta teníamos Misa de campaña y la compartimos con otro grupo que había allí. Era un grupo de personas con discapacidad intelectual junto con sus monitores. El final de la Misa fue un momento interesante y emotivo ya que nos cantaron una canción en la que hablaba de que por ser discapacitados no son menos a ojos de Dios ni de nadie, y la verdad es que a más de uno se le saltaron las lágrimas. Esa tarde se nos torcieron los planes por que empezó a llover y tuvimos que ir improvisando un poco sobre la marcha así que nuestra Noche de los Talentos que estuvieron preparando por grupos nuestros chicos, la compartimos con este grupo y fue Tarde de los Talentos, y ellos nos prepararon un baile a nosotros y acabamos rezando un Padre Nuestro.
Y llegó el momento de nuestra noche en la que improvisando como pudimos y con los recursos que teníamos les preparamos una discoteca que fue un momento de encuentro de todos con todos.
Al día siguiente y después de la típica última noche de campamento vimos el último punto del deporte e hicimos una gymkana en la que la última prueba la hicimos todos juntos en la piscina.
Y después de la comida el momento más duro para algunos que soltaron lagrimillas y se escuchaba que aunque no gustaron las cabañas, repetirían la experiencia sin pensárselo dos veces.
Y yo después de todo esto solo puedo dar gracias por haber participado en este campamento y por las nuevas personas a las que he conocido. Y decir que ahora aprecio mucho más el trabajo que se ha hecho anteriormente con los de mi edad porque es un mundo totalmente diferente cuando lo vives como monitor a cuando lo vivías como campista, y yo también repetiría la experiencia sin pensarlo a pesar de los bichos, las cabañas y el camino de subida hasta el lugar del campamento.