Fundadora del Movimiento de los Focolares
«Nadie sabía cuál habría sido
el desarrollo de esta obra,
las circunstancias
que se verificaron poco a poco
lo fueron revelando.
También la estructura del Movimiento,
más que sugerida
por ideas humanas,
ha sido inspirada por un carisma,
es decir, por un don de Dios».
Chiara Lubich
En los inicios de los años 40, Chiara Lubich, con poco más de 20 años, bajo los bombardeos que todo lo destruyen, en medio del clima de odio y violencia de la Segunda Guerra Mundial, se encuentra de una manera “fulgurante”, como ella misma define, con Dios Amor; Dios, que ninguna bomba de las que caían sobre Trento -su ciudad natal- podía destruir. Su vida cambiará radicalmente. Este descubrimiento es comunicado enseguida y compartido por sus primeras compañeras. Así, en el caso de morir, habrían querido escribir sobre la tumba una única inscripción: «Hemos creído en el amor”.
Dios, descubierto como amor, iluminará y transformará su existencia y la de millones de personas, mostrándole como finalidad de su vida: contribuir a la actuación de las palabras del testamento de Jesús: «Que todos sean uno» (Jn 17,21), su proyecto de unidad sobre la familia humana.
Ya entonces, Chiara tuvo la intuición de que estaba naciendo algo nuevo que habría llegado hasta los últimos confines del mundo, iluminando y renovando la sociedad. En esos años se inicia una historia en la que están contenidas las primicias del desarrollo futuro. En poco más de 50 años, a partir de la experiencia del Evangelio vivido cotidianamente, inicia una corriente de espiritualidad, la espiritualidad de la unidad, que suscita un movimiento de renovación espiritual y social con dimensiones mundiales: el Movimiento de los Focolares.