Comunidad Local del Movimiento de los Focolares en Aljucer
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PROYECTO ASANTE-ÁFRICA. Belén Aparicio Vicente

1 DE JULIO AL 15 DE AGOSTO DE 2017

Belén Aparicio Vicente, joven cartagenera, de veintidós años, estudiante de Derecho en Murcia, nos cuenta una experiencia que ha sido muy enriquecedora para ella. Participar en el Proyecto Asante-África durante seis semanas en el corazón del África negra africana.

Dejemos que ella nos lo cuente.

Cuéntanos en qué consiste el proyecto Asante-África

Este verano he estado seis semanas en África, primero dos semanas en Kenia, cerca de Nairobi la capital, y el resto del tiempo estuve en Tanzania en una ciudad muy pequeña del centro.

El proyecto Asante-África, empezó hace cuatro años.  Fue fruto de un proyecto que hicieron varias jóvenes que forman parte del Movimiento de los Focolares  y que año tras año han ido mejorando las condiciones del viaje.  Yo conocí el proyecto, por ellas, porque las conozco desde hace tiempo. Tenía una buena referencia y era como una seguridad para mis padres, saber que había gente que ya había vivido esa experiencia y que no había pasado nada.   Así que aunque siempre tienes un poco de respeto ante lo diferente que es este país, iba más segura que si hubiera empezado desde cero con otra organización.

La idea principal era reconstruir casas en Tanzania y en Kenia estuvimos pintando colegios y orfanatos, mejorando las condiciones en las que estaban. Fue un trabajo más sencillo y fue como un período de adaptación, porque acabábamos de llegar a ese país donde la cultura es tan diferente y donde hay tantos contrastes.

Pero luego en Tanzania si que el trabajo fue más intenso y nos dedicamos a construir casas y ahí nos dividimos en grupos. Éramos cuatro grupos de cinco personas cada uno.

¿Quien ha participado en este proyecto?

Este proyecto estaba formado por veinte jóvenes que cada uno se había enterado de su existencia de diferentes maneras. No todos pertenecían al Movimiento de los Focolares, si no que con el boca a boca al final se va pasando y como la gente vuelve con buenas experiencias, transmite una idea positiva de este tipo de experiencias.

De las veinte personas, doce éramos españoles, cuatro argentinas, tres italianos y una brasileña. Y de esos veinte solo cinco conocíamos el Movimiento y el resto habían conocido el proyecto de otra manera.

¿Qué se necesita para hacer este tipo de experiencias?

Yo creo que para vivir este tipo de experiencias es sobretodo tener muchas ganas de ayudar, de mejorar las condiciones en las que viven y sobretodo vivir con una mentalidad muy abierta, porque si no va a haber muchas circunstancias en las que lo pases mal porque es duro ver tantas diferencias. Sobretodo comparando con el mundo del que nosotros venimos. Tienes que estar preparado para ver y hacer cosas de las que nunca te hubieses imaginado que eres capaz de hacer. Porque el trabajo del día a día y la rutina va a ser trabajar cuando todos somos estudiantes.

Nos hemos dedicado a trabajar en la construcción, siendo una construcción tan tradicional como es hacer los ladrillos con barro o hacer nosotros el cemento o llevar el peso de los ladrillos o subir a un río, cosas que nunca te hubieses imaginado pero que con ganas lo puedes hacer y sobretodo también es importante que transmitas esas ganas y esa positividad al grupo porque así es como funcionaba en realidad.

¿Qué ha supuesto para ti esta experiencia?

Para mí personalmente ha sido una experiencia muy chula, muy intensa, que se me ha pasado muy rápida.   Al final me metí en la cabeza que no tenía que tener expectativas de cómo iba a ser el viaje si no que me tenía que dejar llevar y yo creo que es lo que mejor he hecho porque, no llegas a imaginarte lo que es hasta que llegas, porque tenemos una idea de África que nos transmiten por televisión y África no es solo eso, África es un país muy pobre, muy subdesarrollado, pero tienen muchas más cosas y una gente increíble que te enriquece y te enseñan mucho más de lo que les puedes ayudar a ellos.

¿Cómo era la relación con la gente?

Ha sido muy importante, para mí, el contacto que hemos tenido con la gente local de allí, porque son los que al final te enseñan, todo, como viven, como piensan. Recuerdo una vez que, trabajando juntos (siempre trabajábamos juntos, no es que trabajábamos solo para ellos), nos dimos cuenta que ellos están acostumbrados a hacer un trabajo más individualista y nosotros intentábamos hacerles entender que si trabajábamos en grupo, en equipo, iba a ser más rápido. El simple hecho de hacer un trabajo “en cadena”, era menos costoso que si una sola persona tenía que correr medio pueblo llevando un ladrillo. Al principio costaba pero luego incluso les parecía divertido.

¿Y cómo conseguíais entenderos?

También el idioma era un impedimento, porque ellos hablan el “suajili”, tanto en Kenia como en Tanzania, y el inglés aunque hay gente joven que habla un poco pero era difícil mantener una conversación muy fluida.  Nosotros tuvimos una “Master-Class” en la que aprendimos algunas  nociones básicas sobre el idioma, pero con solo seis semanas era imposible poder controlar tan bien este idioma, entonces chapurreábamos entre el “suajili”,y el inglés. Y al final también con el idioma de signos se intentaba solucionar y entender pero muchas veces era desesperante el ver como se atascaba tanto la conversación porque ni ellos nos entendían ni nosotros les entendíamos.

Pero bueno, ha sido muy chulo, muy chulo porque, por ejemplo yo trabajaba en una casa para que para llegar necesitaba cogerme dos autobuses. Entonces comíamos con ellos. Salíamos a las ocho de casa y regresábamos a las cinco y media. Cada día era una aventura diferente en los autobuses, que allí son como un minibús, pero en el que a lo mejor había capacidad para quince personas pero se metían treinta y cinco. Había que sacar medio cuerpo por la ventana porque es que no se podía respirar.

Y luego llegar allí y comer con ellos, que ellos solo comen una vez al día y éramos nosotros los que llevábamos la comida y con la “mama” a la que le estábamos construyendo la casa, no sabían nada de inglés y nosotros nada de  “suajili”, para poder tener una conversación entonces con la única palabra que nos comunicábamos era diciendo “AsanteSana” que significa gracias. Y “Asantesana”, “AsanteSana, tou you”, estábamos todo el rato. La palabra “Gracias” era la palabra que teníamos para comunicarnos y al cabo de un día la repetíamos millones de veces.

¿Aconsejas a los demás hacer este tipo de experiencias?

Yo aconsejo a todo el mundo que esté dispuesto a tener una mentalidad muy abierta, que viva una experiencia así, porque te cambia la perspectiva del mundo y por supuesto te entran ganas de seguir conociendo mundo y de seguir conociendo continentes y culturas, diferentes a la europea y es muy enriquecedor. Así que, hoy en día que hay un montón de proyectos, te puedes añadir a cualquiera que seguro que va a ser una experiencia increíble.

 

Muchas gracias Belén.

 

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